domingo, 25 de octubre de 2009
Perros cimarrones
Huraño y receloso, ¡perro gaucho!
y que por gaucho llevas en los ojos
cerrazón de nostalgias;
y filos de facón en los colmillos;
mil leguas arrolladas a las patas;
sobre el cuero los tajos del camino
y en la pelambre del frontal barcino
la vincha real de los ocasos pampas.
¡Matrerazo de ley!; por puro guapo,
te sorprendió la noche en los pajales
lacradas de coraje las pupilas
cuadrado ante el peligro y sin ayudas,
peleando a la partida de los pumas
en defensa de la hembra y la guarida.
Y si la mala te tocó en la zarpa
uñosa y traicionera,
sin gemir una vez, ¡cara de los astros!
sucumbiste a lo macho,
al igual que los gauchos de mi tierra.
Donjuanesco trovero; la llanura
te vio pintar edenes de ternura
propiciando placeres,
y al vislumbrar romántica aventura,
en prolongado aullar diste a la luna
la vidalita azul de tus quereres.
Pero hoy, de nuevas razas se ha poblado
la planicie que fue de tu albedrío
y queda de tu ayer sólo un ladrido
doloroso y profundo,
que en este amanecer de un nuevo mundo,
por ser muy criollo, ¡vos también te fuiste!
¡oh, perro cimarrón, murió tu estirpe,
como murió la estirpe de Facundo!
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