lunes, 19 de abril de 2010

Sobre el camino viejo


Cada vez que en un arreo
me ha tocao salir de viaje,
llegando aquí a este paraje
más pensativo tranqueo.
Por más que pegue un rodeo
solo recuerdo ¡barajo!
y así mi mente me trajo
al boliche la neblina,
cuando estaba en esa esquina
que hoy quiere venirse abajo.

Cada domingo un gentío
desde temprano se atracaba,
y entraba a correr la taba
como un recuerdo mío.
Y ha caido tanto rocío,
dende entonces a la fecha,
que si a su gusto me pecha
la luz de aquello vivido:
también me sopla el olvido
pa hacerme apagar la mecha.

Cuenta la gente más vieja
con palabras muy sentidas:
de las carreras corridas
en su cancha bien pareja.
De a poco el pasao se aleja
cada vez que el sol da un giro,
pero si a lo lejos miro
creo ver los días lejanos,
cuando caiban los paisanos
con parejeros de tiro.

Ahí fue lugar de payada,
de truco, vueltas de copas,
y fue parada de tropa
en época ya alejada.
Capateces y pionadas
caiban que era una delicia,
y en cada ocasión propicia
llegó el hacendao pudiente,
como el que tuvo pendiente
sus cuentas con la justicia.

No se borra en mi memoria
que ahí ví pelear una vez,
al sordo Ambrosio Valdez
y al finao Silvano Coria.
Nunca supe porqué historia
se había enredao el ovillo,
pero a punta de cuchillo
quedaron ante la gente:
Coria cortao en la frente
y Valdez en un carrillo.

Boliche al lao de la senda
que en carácter transitorio,
hasta ofició de escritorio
en un negocio de hacienda.
Muy pronto se hará leyenda
perdido en la lejanía,
y como ya mi alegría
se fue tranqueando en un lerdo,
dejé maniao mi recuedo
pa que le haga compañía.

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