miércoles, 2 de septiembre de 2009

Milonga del estrellero


(foto: Eduardo Amorim)

Me gusta estrechar la mano
sin preguntar apellido,
me gusta ser recibido
de traje o a lo paisano;
y que me llamen hermano
aunque no tenga ni un galgo,
porque, señores, si hay algo
que me alegra, les prevengo,
no es valer por lo que tengo
sino tener porque valgo.

Cuando acabe de existir,
que se recuerden mis obras,
porque lo demás son sobras
que conmigo han de morir.
Y aunque quiero corregir
este mundo en que me encuentro,
mi esperanza yo la centro
en que no todos son males,
y es bueno arar los maizales
dejando la caña adentro.

Si yo fuera mancarrón,
tendría un defecto muy fiero,
puesto que siempre estrellero
he tenido el corazón.
Pero como es mi pasión
pingo de largas distancias,
mientras con sus perras ansias
la existencia no me tuerza,
yo seguiré haciendo fuerza,
aunque presente arrogancia.

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