jueves, 20 de enero de 2011

El aguacero


Como si fuera renegando del Destino
de trenzar leguas y leguas sobre la triste extensión
va la carreta, rechinando en el camino
que parece abrirse, al paso de su blanco cascarón.

Cuando chilla la osamenta
señal que viene tormenta...
Un soplo fresco va rizando los potreros
y hacen bulla los horneros anunciando el chaparrón...

Y La Pampa es un verde pañuelo,
colgado del cielo,
tendido en el sol,
como a veces se muestra la vida
sin sombras ni heridas,
sin pena ni amor...

El viento de la cañada
trae gusto a tierra mojada
y en el canto del viejo boyero
parece el pampero
soplar su dolor...

Se ha desatado de repente la tormenta
y es la lluvia una cortina tendida en la inmensidad
mientras los bueyes, en la senda polvorienta,
dan soplidos de contento como con ganas de andar...

¡Bien haiga el canto del tero
que saluda al aguacero!
Ya no es tan triste la tristeza del camino
y en el pértigo el boyero siente ganas de cantar.

Langanay, viejo buey, lomo overo,
callado aparcero de un mismo penar,
igual yugo nos ata al camino...
¡Pesado destino de andar y de andar!

¿Adónde irás, buey overo?
Que no te siga el boyero.
Y La Pampa es un verde pañuelo,
tirado en el suelo, que quiere llorar...

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