sábado, 1 de enero de 2011

Décimas

Yo soy flor que se marchita
al sol de la adversidad,
el arbolito en mitad
de la llanura infinita.
La paloma pobrecita
que arrastran los aquilones,
entre oscuros nubarrones
de tempestades airadas,
soy la barca abandonada
en el mar de las pasiones.

Soy el ave que al bajar
de los aires fatigada,
no tiene ni una enramada
ni un árbol en que anidar.
Y si vuelve a levantar
las tristes alas del suelo,
encuentra nublado el cielo
y dehecha la tormenta,
y el pájaro se lamenta
y vuelve a tender su vuelo.

Yo soy un gaucho cantor
de renombradas virtudes,
que tan solo ingratitudes
ha recibido en su amor.
Soy el pobre payador
velay, si sabré penar
con mis negras amarguras,
la pampa con sus llanuras
con sus abismos la mar.

Yo no canto por llamar
la atención que no merezco,
yo canto porque padezco
penas que quiero olvidar.
Que tan solo con cantar
se va al viento nuestra pena,
y yo tengo el alma llena
de pesares y amarguras,
más que en la pampa hay anchura
más que en el mar hay arena

Por eso, ¡oh linda mujer!
maldigo mi negra estrella,
al contemplarte tan bella
sin que te pueda querer.
Porque todo hombre ha de ser
generoso hasta morir,
y no debe permitir
a una mujer que lo quiera,
para que después se muera
al verlo tanto sufrir.

¡Adiós, primorosa flor!
adiós, lucero invariable,
solamente comparable
a la estrella de mi amor.
Cuando sientas un dolor
parecido al que yo siento,
Dios quiera que tu lamento
no sucumba en la ignorancia,
y atraviese la distancia
¡sobre las olas del viento!

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