lunes, 16 de noviembre de 2009

Carta a mi Padre en el cielo.



Padre, vengo del camino,
hice un alto en tu morada
traigo la frente cansada,
quiero descansar un rato
la vida no da buen trato,
si ya está la suerte echada.

Aquel orgullo argentino
que me enseñaste a sentir
hoy tanto me hace sufrir,
porque no puedo entender
¿porque nos cuesta aprender,
en esta tierra a vivir?.

Padre, te quiero contar,
que allá por la gran ciudad
la mentira y la verdad
duermen bajo el mismo techo
nada vale ser derecho
ni vivir con dignidad.

Hombres que en su largo hablar
mentan la soberanía,
a la patria noche y día
venden al mejor postor
y llenan el tirador
con su charlatanería.

Padre, yo sé que no es nuevo
lo que te vengo a contar
siempre le tocó bailar
al gaucho con la más fea
pero aunque usted no lo crea,
algo tendrá que cambiar.

Usted que arando la tierra,
fué capitán de la espiga
dijo a la semilla: "amiga
la tierra no tiene dueños"
y abrió surcos... y gastó sueños,
volteando cardos y hortigas.

A este granero del mundo,
le llevan todos los granos
pero en ese pasamanos,
siempre salimos perdiendo;
ellos se quedan comiendo,
nosotros nada en las manos...

Padre mío, se habla tanto...
todos tienen un banquito
se mandan el discursito,
pero nadie quiere arar,
en cuestión de trabajar,
se acabaron los gallitos.

Por uno que vive arando
y gastó su esfuerzo diario
hay filas de intermediarios,
zánganos que sin pudor
se quedan con lo mejor
y trabajan sin horario.

Yo creía padre mío,
que a Martín Fierro y su historia
guardaría en mi memoria
cual recuerdo solamente...
pero Fierro está vigente,
sólo Hernández está en la gloria.

"No hay mal que dure 100 años,
ni tiento que no se corte"
y no hay pueblo que soporte
el engaño eternamente,
vendrá un malón de decentes
a mandar de sur a norte.

Yo que nací campesino,
con poca escuela rural,
aprendí del bien y el mal
la perfecta diferencia,
del silencioso su ciencia
y del bocón: su inmoral.

Me cuesta padre, usted sabe, a
guantar tanta indecencia
porque mi gaucha conciencia
no entiende porque razón,
los hijos del pago son:
hijos de la indiferencia...

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