miércoles, 25 de noviembre de 2009

Como lanza


Toda la tarde he probao entre la prima y la cuarta
porfiando con una nota, y no he podido templarla...
La pava chilla y ni un mate ha pasao por mi garganta
y si sigo ansí, la noche se va a echar sobre las casas.
Gastando tabaco y tiempo, aquí estoy sin hacer nada.
Patrón de mi aburrimiento me he quedao solo en la chacra
entre dominante y tono de una milonga pampeana.
Bozal para los recuerdos que a mis recuerdos amansa,
Sin encerrar la lechera ni traer leña pa las casas
abrazao a la tristeza que destila mi guitarra...

En un tiempo fui patrón de caminos y distancias;
parao sobre los estribos siempre más lejos miraba.
Las narices de mi moro ventiando un charquito de agua
eran el único apuro que mi destino apuraba.
Dueño de soles de marzo y noches de estrellas altas,
desensillaba ande quiera en el cielo de mi patria...
Ningún amor duradero por entonces me hacían falta,
me duraban los romances entre la noche y el alba.

Pero...

una tarde de otoño más triste que mi guitarra,
me vió pasar por aquí con la tormenta en la espalda.
Torearon dos ovejerso, ella,
ella salió de las casas.
Yo ensayé un "¡Ave María!"...
Até el moro a la enramada
y sonaron mis espuelas con un tin-tin de rodaja.
Cuando dentré a la cocina pa' saludarlo a su tata,
se levantó el hombre viejo, me tendió su mano gaucha:
-"Desensille y pase mozo, mire que se viene el agua"...
Dos ojos grises de tiempo le chispeaban en la cara
mirando aquél forastero de a caballo y con guitarra.

Cenamos en la cocina después del mate y la charla;
yo canté de sobremesa, casi hasta la madrugada,
Me levanté tempranito, el camino me esperaba,
y los ojos de la moza pedían que me quedara.
Y allí terminó pa siempre la historia de mis andanzas...
Cambié por dos ojos tristes mis noches de estrellas altas.
Mi guitarra tuvo dueña, porque ella también cantaba,
y le hacían desde el ombú contrapunto las calandrias.
Mi moro dentró a engordar en el potrero'e las casas,
y en un rincón se durmieron mis dos espuelas de plata.
Después su sueño y el mío se juntaron en la almohada,
emplumando dos pichones bajo una ternura mansa,
y jueron dos muchachitas, prendidas de mis bombachas,
que me pialaron los rumbos de mis pasadas andanzas.
Y aquí estoy clavao pa'siempre igual que una vieja lanza,
con cicatrices de herrumbre, recuerdos de antiguas cargas...
Gastando tabaco y tiempo me he quedao solo en la chacra,
viá'rrimar unas astiyas, y a ver si priendo una lámpara
antes que vengan del pueblo la patrona y las muchachas;
que si me ven en lo oscuro van a creer que algo me pasa,
y capaz que esas mandonas me den una levantada,
porque... a pesar de los años y el respeto por mis canas,
yo soy dueño de mi tiempo... pero ellas son las que mandan.
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Pd: un especial agradecimiento a Jonathan Portillo por su colaboración desinteresada por compartir este sentido y criollo verso.

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