viernes, 23 de octubre de 2009

Criolla


Hermosa luna plateada
cae del rancho en la techumbre,
y con su pálida lumbre
besa la tosca enramada;
murmurando la cañada
se oye con tenues rumores,
y el perfume de las flores
llevan las auras sin ruidos,
mientras duermen en sus nidos
los alados trovadores.

Y de la noche callada
en el silencio campero,
bajo del rústico alero
de una pajiza morada,
suena una voz bien timbrada
con melancólico acento,
que como triste lamento
en oleajes de ternura,
repercute en la llanura
dando estas quejas el Viento:

- "Estrella de eterno giro
que alumbras en mi camino;
arroyito cristalino
donde por beber suspiro;
espejo donde me miro;
hermosa flor de este pago;
ahí va, como un eco vago,
mi queja hasta tu querencia,
mientras yo, aquí, de tu ausencia
apuro el amargo trago.

Por entre senda de abrojos
arrastro mi vida triste
desde que mi pecho heriste
con el puñal de tus ojos;
de mi dicha los despojos
se ha ido llevando la suerte,
y aunque vivo por quererte
no das alivio a mi herida,
porque tu amor es mi vida
y porque vivo sin verte".

En ondas de sentimiento
la voz del cantor agreste
fue por el cielo celeste
rodando como un lamento;
plegó sus alas el viento
que cruzaba la pradera,
se hundió la luna en su esfera
tras de nubes en girones
y enmudecieron los sones
de la guitarra campera.

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