jueves, 14 de mayo de 2009

Señuelo


Como no ato al pensamiento
la tropilla de mis versos,
siempre los tengo dispersos,
desparramaos al viento;
pero si en cualquier momento
la mente los imagina
y una milonga argentina
cruza la pampa y el cerro
vienen buscando el cencerro,
de mi guitarra madrina.

El nativo payador
entonces, para rodeo
y al son de su bordoneo
suelta el canto superior.
Un ruego de fe y de amor
aflora en su trova humana
y llega al alma paisana
su acento tradicional,
como el silbo del zorzal
al despertar la mañana.

Si canta trovas de amor,
engarzando mis delicias,
también fustiga injusticias
porque es del pueblo cantor.
Se adentra hasta el mismo albor
y en la historia, es un cencerro
que en el llano y en el cerro
se viene identificando;
es porque canta opinando
como cantó Martín Fierro.

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