jueves, 10 de febrero de 2011

El ombú coposo

(Pintura: Pueyrredón)
Una tarde vi pasar
un hombre triste y lloroso,
bajo el ombú coposo
sentóse allí a descansar.
Lo vi ponerse a llorar,
lo miré sobresaltado,
después que había descansado
bruscamente se levantó
y de tan recio tropezón
que vuelve a caer sentado.

Al verlo quedé admirado
mas dijo: ¡será demente!
Lo vi secarse la frente,
hasta el sombrero tirar,
sus dientes a rechinar
comenzaron al instante,
aquel desgraciado errante
para mí encontró reposo
al quedarse dormitando
bajo el ombú coposo.

El sueño fue tan extenso,
la noche se aproximaba,
una niña apareció
llorosa y descabellada,
era un ángel por su forma
descalza y muy fatigada.
¡Levántate!, le gritaba,
soy tuya y serás dichoso,
y el joven siempre dormía
bajo del ombú coposo.

La joven vestía de seda,
de color de carmesí,
a gritos decía: ¡Ay de mí!
que nací tan desgraciada,
¡por una mujer malvada
toda mi suerte acabó!
A su amado levantó,
limpió sus ojos llorosos,
el joven seguía durmiendo
bajo del ombú coposo.

Con ademán lastimero
en un tronco se sentó,
empezó a rogar a Dios
por el fin de su querido,
creyó que no estaba vivo
mas la pobre equivocó,
en la frente lo besó
diciéndole:"ángel hermoso,
vienes a buscar la tumba
bajo del ombú coposo.

Con los vestidos rasgados
y de rodillas hincadas
llorando a Dios suplicaba
que le cambiase la suerte
¡Oh, Dios! Mándame la muerte
como mi amado encontró,
¡qué desgraciada soy yo!
¡Matame! Dios poderoso,
contenta muero a su lado
bajo del ombú coposo.

Dándole un beso amoroso
en la frente con lealtad,
diciendo: - Si fría está
la frente de mi querido,
la pérfida lengua ha sido
la que mal nos malquistó,
mi amado la muerte halló
bajo de éste árbol hermoso.
¡Adios mundo! También muero
bajo del ombú coposo.

Un puñalito incrustado
con esmeralda tenía,
en su mano relucía
inclinado el corazón,
al lado de él se sentó,
sus sollozos reprimía
y con la mayor sangre fría
lo clavó en su pecho hermoso,
cayó medio agonizante
bajo del ombú coposo.

Se enterró en el corazón
con tanto brío el puñal,
que fue la sangre a saltar
a la cara de su amante.
Volvió en sí él al instante,
mas un triste cuadro vió,
medio ciego se levantó
aquél joven tembloroso,
sin saber cómo se hallaba
bajo del ombú coposo.

Entre cortados sollozos
la joven se despedía,
tiernas palabras decía.
Cuando a su amante escuchó, ´
él triste enloquecido
con la sangre congelada,
mira, conoce a su amada
y exclama: "¡Dios poderoso!
cae perdido y sin sentido,
bajo del ombú coposo.

Se levantó atemorizado
después de pasado el mal,
corre, le arranca el puñal,
la joven había expirado.
Loco, ciego y atolondrado
alto el puñal elevó,
en su pecho lo clavó
con un desprecio grandioso,
así fue el fin de los dos
bajo del ombú coposo.

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