viernes, 18 de febrero de 2011

La Historia

(Pinturas: Carlos Montefusco)
Y que diga la historia
lo que ella pueda.
Ahora
muchas voces han muerto;
esas que paladearon
el dolor
la impotencia
o la victoria.

Esas que trasudaron
el olor de la pólvora,
el miedo,
el clima, el tiempo,
esa irrecuperable pauta vital
que ha muerto.
Ahora
sólo los documentos
apilados, inanimados,
en altas bibliotecas posteriores
con sus sellos de lacre
inviolables,
violados;
con sus páginas rotas
fragmentadas, vetadas,
corregidas con mil enmiendas invisibles,
suturadas con goma
con saliva,
con lágrimas.
Ahora
sólo los que se busquen
en la sangre heredada;
sólo los que atraviesen el presente
como expulsados del seno de su ayer
desconocidos;
los que quieran saber cómo éramos
y qué somos
ahora;
qué somos;
esto
que ha masticado lenta, pacientemente,
la mentira sutil;
el tiempo madurado a máquina,
la venganza infinita,
el anatema pretorial
la historia.
Sólo los que hayan comprendido
que los hechos,
la vida fundamental
no testimonia;
vive su doloroso acontecer de ahora
y muere
irremediablemente
en las bocas anónimas
de los que la vivieron
sin gestarla;
de los que no fueron héroes,
ni caudillos, ni próceres, ni nada;
de los que no supieron
que ELLOS eran la historia
y se murieron
sin poder contarla.

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