miércoles, 2 de febrero de 2011

La despedida

(Dedico este verso al gran recitador y compositor de versos don Osvaldo Urbina quien me recibiera en su casa de Azul: sencilla, cordial y camperamente. Dudo que ande a la rastra, como dice el verso, pero en lo demás es de coincidir bastante. Un abrazo del gauchoguacho).
Voy a cumplir ochenta años,
pelo blanco y barba blanca,
con media luz en los ojos
y medio cuerpo a la rastra.
Estoy dentrando en la noche:
soy un fogón que se apaga,
no tengo deudas con naides
ni naide me debe nada.
Puedo decir lo que siento
sin miedo ni disconfianza:
al que habla como del cielo,
Dios lo ilumina cuando habla.

Setenta años de trabajo,
ochenta de vida honrada,
rico en hijos y parientes,
sin otra riqueza en plata
que la que tengo en el nombre
y en el color de mis canas,
digo que es linda la vida,
hasta dend'esta distancia,
cuando se ha pasau por ella
con la frente limpia y alta.

No es que pretenda ofertarles
tuito el saber, m'inorancia;
jué poco, pero hoy me suebra
y'alguno ha de hacerle falta.

Naide trate de vestirse
con pilchas que han sido usadas,
más luce una ropa pobre
que una lujosa empriestada.
El honor, como las pilchas,
son animales con marca
y el pelaje los denuncia
o basta mirarle el anca...

Por dar, ninguno se junde:
cuando la mano se alarga
da granos que cáin a un surco
y en espigas se levantan.
Saben decir, los mezquinos
que el que más niega, más guarda.
¡y he visto tantas miseras,
por negar pan y palabra!

Nuestra libertá debemos
en los demás rispetarla
que si un derecho nos suelta,
el d'el otro nos ataja.

No hay alegría más grande
que ver renacer lozana,
la propia vida, en los hijos,
en el trabajo, a la patria.
Patria y familia es lo mesmo;
las dos han de ser sagradas;
cualquier sacrificio es poco
si una d'ellas lo reclama:
no nacimos pa pedirles
si no pal deber de criarlas:
el hombre, para defenderlas
y la mujer, p'agrandarlas!

¡Disgraciau del hombre sólo!
¡Más disgraciau el sin patria !
¡El que no tiene esas priendas
no tiene concencia ni alma!
Y ansí como aquello es dulce,
ansina ha de ser de amarga
la riflesión del que llega,
pelo blanco y barba blanca,
a estos lindes de la vida,
lleno el bolsillo ´e plata,
lleno el corazón de sombras
y el nombre lleno de manchas:
los delitos por ajuera
y por adentro los fantasmas!

Quien de viejo se atribula
porque la muerte lo aguarda,
seguro que cuando mozo
sólo ha sido yerba mala.
La muerte no es un castigo;
otro empieza ande uno acaba:
el malo al morir, padece,
el justo al morir, descansa.

Le estoy hablando a mi pueblo;
le estoy hablando a mi raza;
a los que semilla fueron
de las flores de mis ramas.
Quien lleva mi sangre, lleva
el deber de mejorarla,
que pa eso el retoño nuevo
trái jugo de muchas plantas.

Juí vertiente y me hice río
y d´esa corriente clara
se han abierto, como gajos,
de un'árbol de espuma y agua,
los arroyos que humedecen
disiertos, valles y pampas.

¡Naide enturbie mi agua limpia!
¡Naide agite mi agua mansa!
Calmen su sé los que quieran;
rieguen las tierras labradas,
desparrámenla en el suelo
refrescando flores y almas,
que a tuitos nos dió la vida
un manatial de esperanzas,
pa que en sus aguas se mire
la grandeza de la patria!

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